domingo
Que hermoso sueño que tuve ayer, estabas en mis sábanas y yo en tu piel. Y los engranajes encaban, y los relojes no sonaban, solo tus suspiros y los mios. Nada más. Pieza por pieza. Un rompecabezas perfecto, exacto, armado con esa paciencia que nunca tuvimos, y ahi está, sobre la mesa, mirándonos sorprendido.
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